sábado, 28 de mayo de 2011

LA FE QUE SE PERFECCIONA EN LA PALABRA PARTE 2

Otra enseñanza de nuestro salvador es esta: Mat 6:30-33 “Y si la hierba del campo que hoy es,  y mañana se echa en el horno,  Dios la viste así,  ¿no hará mucho más a vosotros,  hombres de poca fe? No os afanéis,  pues,  diciendo: ¿Qué comeremos,  o qué beberemos,  o qué vestiremos? Porque los gentiles buscan todas estas cosas;  pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas. Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia,  y todas estas cosas os serán añadidas”.

Nuestro enemigo y adversario el diablo, ha traído a este tiempo un afán por las cosas materiales como nunca antes, la tecnología, los medios de comunicación, el mundo en general, nos presenta una imagen distorsionada de lo que somos realmente, de los verdaderos valores de la vida, la familia, el hogar. Si tenemos algunos kilitos de más, no entramos en el tipo de la chica que nos presenta la tele y las pasarelas. Si no te compras el último celular, eres un atrasado en tecnología. Ni hablar de los carros lujosos, los viajes ostentosos, etc. Necesito aclarar, que Dios nos llama a ser prósperos y bendecidos por El, lo que quiero puntualizar, es que el mundo se ha enfocado sólo en conseguir y conseguir, y muy poco en dar y compartir.

Cuando aceptamos a Jesucristo como nuestro salvador, estamos aceptándolo con sus promesas y total amor y entrega por nosotros. Lo menos que podemos hacer para mantenernos en sintonía con El es buscar su presencia, sólo allí somos fortalecidos, limpiados de la inmundicia diaria, y renovados por su amor.

Este compartir a diario con El, en la intimidad de nuestra habitación o el lugar que más nos agrada en nuestra morada, permite cada día una relación cada vez más profunda, más íntima. En su presencia hay gozo y paz. Muchas veces sentimos que estamos solos, porque sólo hay silencio, pero es un silencio que habla de lo profundo del amor de Dios hacia nosotros, porque el también calla de amor. Sof 3:17  Jehová está en medio de ti,  poderoso,  él salvará;  se gozará sobre ti con alegría,  callará de amor,  se regocijará sobre ti con cánticos.

El alimento perfecto para nuestra fe es la palabra de Dios. Rom 10:17  “Así que la fe es por el oír,  y el oír,  por la palabra de Dios”. La palabra de Dios renueva nuestros pensamientos y nuestra mente. Dime que escuchas constantemente y que acostumbras observar con frecuencia y te diré de que esta llena tu mente y tus pensamientos. Todo comienza en nuestra mente, incluso la guerra espiritual, porque es allí donde Satanás opera. Si le damos cabida dejándonos llenar la mente de las cosas que nos ofrece el mundo y no leemos la palabra de Dios, ni buscamos a diario su presencia, somos presa fácil del enemigo, porque nos sabremos como utilizar nuestro escudo que es la fe y la espada que es la palabra.

La fe se alimenta de las cosas eternas, la palabra de Dios. El Señor nos dice 2Co 4:16-18 “Por tanto,  no desmayamos;  antes aunque este nuestro hombre exterior se va desgastando,  el interior no obstante se renueva de día en día. Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria; no mirando nosotros las cosas que se ven,  sino las que no se ven;  pues las cosas que se ven son temporales,  pero las que no se ven son eternas”.

La fe consiste en llamar las cosas por su nombre, aunque aún no las veamos. Por ejemplo: Estoy sano (aunque aún la cabeza me vaya a explotar), soy prospero (aunque mis cuentas estén en rojo). Heb 11:3 “Por la fe entendemos haber sido constituido el universo por la palabra de Dios,  de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía.

Nuestro Señor es muy claro con nosotros cuando nos dice: Heb 11:6  “Pero sin fe es imposible agradar a Dios;  porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay,  y que es galardonador de los que le buscan”. No podemos creer unas cosas y otras no. Decidimos creerle a Dios en todo, o sencillamente no le creemos en nada.

Cuando dudamos, dudamos de la capacidad de Dios, de su verdad y hasta de su existencia. Dios no es hombre para mentir. Su palabra es verdadera desde el principio hasta el fin. No permitamos que lo que escuchamos a nuestro alrededor, cobre mayor fuerza, que la palabra de Dios en nuestra vida.

Dios les bendiga!!!

Jeannette Isaza

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