jueves, 26 de mayo de 2011

Y la verdad nos hará libres parte 2

Por eso el Señor expresó en  Mat. 7:22-23  “Muchos me dirán en aquel día: Señor,  Señor no profetizamos en tu nombre,  y en tu nombre echamos fuera demonios,  y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé: Nunca os conocí;  apartaos de mí,  hacedores de maldad”.
Hermanos, Dios es Amor y es Santo, cómo podemos pues, comunicarnos con Él llevando con nosotros sentimientos ajenos a Él, y a los cuales repudia Pro 6:16-19  “Seis cosas aborrece Jehová,  Y aun siete abomina su alma: Los ojos altivos,  la lengua mentirosa,  Las manos derramadoras de sangre inocente, El corazón que maquina pensamientos inicuos,  Los pies presurosos para correr al mal, El testigo falso que habla mentiras,  Y el que siembra discordia entre hermanos”.
Sal 11:5  “Jehová prueba al justo;  Pero al malo y al que ama la violencia,  su alma los aborrece”.
Si realmente queremos conocer a Dios y mantener una limpia y pura comunicación con Él, debemos examinarnos todos los días, poner nuestros pecados y sentimientos ajenos a Él, delante de su presencia, y con humildad, pedirle perdón.
Existe una gran revelación en Proverbios, para la sanidad del alma e incluso la del cuerpo, inicia cuando comenzamos a confesar nuestros pecados y malos sentimientos ante nuestro Creador y Salvador.
En Prov. 1:7El principio de la sabiduría es el temor de Jehová; Los insensatos desprecian la sabiduría y la enseñanza”. Pero que significa el “temor de Jehová”. Nuestro amado en su infinita sabiduría nos responde de la siguiente manera: Prov. 2:1-5  “Hijo mío,  si recibieres mis palabras,  Y mis mandamientos guardares dentro de ti, Haciendo estar atento tu oído a la sabiduría; Si inclinares tu corazón a la prudencia, Si clamares a la inteligencia,  Y a la prudencia dieres tu voz; Si como a la plata la buscares,  Y la escudriñares como a tesoros, Entonces entenderás el temor de Jehová,  Y hallarás el conocimiento de Dios”.
Y nuevamente nos sorprende con la siguiente afirmación: Prov. 3:5-8  “Fíate de Jehová de todo tu corazón,  Y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos,  Y él enderezará tus veredas. No seas sabio en tu propia opinión; Teme a Jehová,  y apártate del mal; Porque será medicina a tu cuerpo,  Y refrigerio para tus huesos”.  Hermanos que tremenda afirmación de Dios para con sus hijos, si guardamos sus mandamientos, somos prudentes y buscamos la justicia, entonces tendremos el conocimiento de Dios. Si comenzamos por el primer gran mandamiento: Mat. 22:37  “Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón,  y con toda tu alma,  y con toda tu mente”. Y el segundo gran mandamiento afirmado por Jesús que es: Mat. 22:39  “Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo”, entonces podemos entrar a su presencia, sin obstáculos, gozosos y confiados.
Muchas veces dudamos de lo que Dios quiere en nuestra vida, no confiamos en su palabra y nos atormentan los miedos, de si Dios obrará o no, nos estresamos y angustiamos, y esto debido a la falta de conocimiento de Dios, oramos y pedimos, clamamos, lloramos, ayunamos, pero no buscamos el conocimiento de Dios (Prov. 2:1-5).
Pablo nos dejó esta enseñanza: Col 3:12-14 “Vestíos,  pues,  como escogidos de Dios,  santos y amados,  de entrañable misericordia,  de benignidad,  de humildad,  de mansedumbre,  de paciencia; soportándoos unos a otros,  y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro.  De la manera que Cristo os perdonó,  así también hacedlo vosotros. Y sobre todas estas cosas vestíos de amor,  que es el vínculo perfecto.

Mi reflexión final es: tomémonos un tiempo de nuestro agitado día para conocer a Dios, para escucharlo, no sólo nosotros hablar y hablar sin cesar, si no escucharlo también a Él, cuál es su voluntad, que quiere de nosotros.  Y cuando las dudas y los temores vengan a atemorizarnos, podremos salir victoriosos porque nuestra mente está siendo renovada por su palabra, estamos conociendo a nuestro creador y de esta manera, las dudas están de más. Cuando conocemos de verdad a alguien y sobre todo a nuestro amado Salvador, podemos depositar allí toda nuestra confianza. Porque no es Dios un Dios de mentira Núm. 23:19  “Dios no es hombre,  para que mienta,  Ni hijo de hombre para que se arrepienta”.

Dios les bendiga!


Jeannette Isaza

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